domingo, 19 de junio de 2022

CRÓNICA

Sábado, 4 de junio, 20:00 horas.
El Cantábrico, C/Muelle de Oriente 4, Gijón.

Por chesire


JOSÉ OVEJERO
NUEVA GUÍA DEL MUSEO DEL PRADO [1]

ADÁN Y EVA

[2]

Gracias, Eva, por haber dado la manzana
a tu compañero. Él es así,
algo cobarde, piensa demasiado
en lo que debe y lo que no debe,
prefiere que seas tú,
si alguien pregunta,
la responsable.
Es verdad que todos te culpan, desde hace siglos,
en los púlpitos y en la mala literatura.
Pero sin ti ningún predicador habría nacido
           (no sería una gran pérdida),
tampoco Tiziano tendría manos para pintarte
y yo no estaría aquí,
dándote las gracias, precisamente,
por estar aquí.
Gracias, Eva, porque aunque Adán hace
intención de detenerte, acaba de tocar tu pecho
y flaquea
su fortaleza; por suerte tú sabes que el diablo
es un niño con cola de serpiente
y desobedece por el placer
de llevar la contraria. Como tú,
y lo entiendo, está harto de ese jardín
donde no sucede nada
y el Ojo insomne vigila y ordena y prohíbe
y nunca se cansa de ser él mismo.
Gracias, por liberarnos del insufrible
paraíso,
por concluir ese encierro empalagoso
en el que todos erais buenos
porque no podíais ser otra cosa.

Y ahora erramos por los caminos,
y nos ganamos el pan con el sudor de la frente,
y parimos con dolor,
y conocemos el frío,
pero también la desnudez y todos sus gozos,
y el placer inmenso del pecado,
y la fantasía de ser libres (qué más da
que no sea cierto),
el temor y por tanto la sorpresa,
y sí, con un solo mordisco
(¿te supo dulce, demasiado agrio, sufriste
esa decepción que a veces nos depara
la satisfacción del deseo?)
inventaste la muerte;
gracias, Eva, por destruir esa vida
eterna, eterna, eterna, eterna, eterna,
repetida millones de veces,
el tedio de acortarte y estar seguro
de que mañana será otro día.

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LA INCREDULIDAD DE SANTO TOMÁS

[3]

Porque sabes que la carne engaña menos que la voz
           bienaventurado;
porque necesitas hurgar en la herida,
tocar el cuerpo para saber que es cuerpo
           bienaventurado;
porque no te basta la palabra de ningún dios
           bienaventurado;
porque humildemente alargas la mano, palpas,
hueles, examinas,
antes de asentir con la cabeza
           bienaventurado;
porque no temes al ridículo de quien desciende
a los detalles
           bienaventurado.

Patrono de los incrédulos,
de los que dudan,
de los que fruncen el ceño,
de los que desconfían de milagros y apoteosis,
Tomás, eres el único santo
ante el que me inclino.

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SUSANA Y LOS VIEJOS

[4]

Ellos miran
en las sombras
ocultos
a Susana
desnuda
inconsciente
que se cree sola
en el baño
acariciando
confiada
su piel blanca
joven
que se cree sola
y por eso
sus pechos
pequeños
descubiertos
sin pose
olvidada
de sí
y el vientre
al aire
a los ojos
de los viejos
que espían
y desean
en las sombras
mirando
a Susana
mirando
a Susana
su carne
inerme
los viejos
ocultos
en las sombras
tras los árboles
en el museo
ocultos
nosotros
mirando a Susana
impunes

nosotros
somos
los viejos.

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DAVID VENCEDOR DE GOLIATH

[5]

Años más tarde le divertirá ser
el cadáver
de sus crímenes, poner el propio rostro
a los decapitados
y usar el mismo color para la sangre que brota del cuello
y para firmar el cuadro.
Pero aquí Goliath es Goliath,
un muerto más de una batalla más. Y David
un muchacho con las uñas sucias.

Dicen del pintor que fue un borracho,
jugador, cliente asiduo
de tabernas y burdeles. Que acuchilló a un rival.
Y dicen que pintó a putas y rufianes
en el papel de mártires y de santos
—quizá lo eran—.
Le escribieron los envidiosos una leyenda negra
y él la encarnó agradecido.
Para cualquier artista
ser un maldito
ya era un valor seguro.

Pintó a Judith degollando a Holofernes (dos veces)
A Salomé con la cabeza del Bautista (tres veces)
A David con la de Goliath (dos veces)
y otras dos la cabeza de Medusa
en el escudo de Perseo.
Unas cabezas gritan,
otras callan, pero la historia se cuenta
en la mirada del verdugo.

Aquí la cabeza cortada
aún quisiera hablar, dar
su versión de los hechos. Pero el vencido es mudo
por definición. Y David ata sus cabellos
como podría juntar leña,
o ensartar pescados
o llenar una cesta de hortalizas. No es un héroe,
todavía, y por eso su acto no significa nada.
Quizá está pensando en otras cosas.

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VENUS DEL ESPEJO,
durante su breve visita a Madrid

[6]

Eh, Venus, ¿qué haces esta noche
cuando se apaguen las luces
y se cierren las puertas,
cuando ya no te vigilen los vigilantes
que bostezan ni te miren las monjas
de reojo?
¿Te vienes conmigo a tomar unas copas?
Yo sé que, a través del espejo,
es a mí a quien miras,
no a ese hombre algo miope
que inspecciona tus nalgas
con gesto de entendido,
ni a la chica que toma notas en un cuaderno
cuadriculado.
Tú y yo nos entendemos,
conozco desde niño tu espalda desnuda
y, mira, somos adultos, ahora puedo decírtelo,
me masturbaba con tu imagen sobre los muslos.
Venga, no te enfades,
¿o crees que Velázquez te pintó,
para que fueras eternamente virgen?

Eh, Venus, vístete que ya atardece
y Madrid ruge de ganas
de recibirte en sus calles. Cogido de esa cintura
que no conoce el PhotoShop,
te enseñaré esta ciudad que has olvidado:
pasearé a tu lado por La Latina,
en la Calle Toledo comeremos caracoles,
te invitaré a un vino en La Cava Baja,
bajo el Arco de Cuchilleros
te besaré en los labios.

Vamos, que ya anochece,
despídete de ese cursi Cupido
con sus flechas de mentira
y sal de ahí;
hoy he limpiado mi apartamento
en tu honor
y quiero hacerte el amor
en la terraza, mientras nos sobrevuelan
los últimos vencejos
y los primeros murciélagos.
Pero aguarda, no te vistas aún,
concédeme un favor
con el que he soñado desde niño.
Venus, dedícame una sonrisa enmarcada,
y después, muy despacio, pero de verdad,
muy despacio:
¿te importaría darte la vuelta?

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MAGDALENA VENTURA CON SU MARIDO
(LA MUJER BARBUDA)

[7]

Si te acercas lo suficiente
ves la humedad
en su ojo derecho.

Si te acercas lo suficiente
el monstruo
se desvanece.

No siempre conviene alejarse
para mirar un cuadro.
——————————
[1] De Nueva guía del Museo del Prado, Madrid, Demipage, 2012.
[2] Tiziano, Vecellio di Gregorio. Adán y Eva, circa 1550, Madrid, Museo Nacional del Prado.
Fotografía, de www.museodelprado.es.
[3] Stom, Matthias. La incredulidad de santo Tomás, 1641–1649, Madrid, Museo Nacional del Prado.
Fotografía, de www.museodelprado.es.
[4] Barbiero Guercino, Giovanni Franceso. Susana y los viejos, 1617, Madrid, Museo Nacional del Prado.
Fotografía, de www.museodelprado.es.
[5] Caravaggio, Michelangelo Merisi da. David vencedor de Goliat, 1600, Madrid, Museo Nacional del Prado.
Fotografía, de www.museodelprado.es.
[6] Rodríguez de Silva y Velázquez, Diego. Venus del espejo, 1647–1651, Londres, National Gallery.
Fotografía, de www.nationalgallery.uk.
[7] Ribera el Españoleto, José de. Magdalena Ventura con su marido (La mujer Barbuda), 1631, Madrid, Museo Nacional del Prado (en depósito, propiedad de la Fundación Casa Ducal de Medinaceli).
Fotografía, de www.culturacientifica.com.

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