domingo, 17 de septiembre de 2023

CRÓNICA

Sábado, 26 de agosto, 20:00 horas.
El Cantábrico, C/Muelle de Oriente 4, Gijón.

Por clamavi


ANTONIO CABRERA
CON EL AIRE [1]

ANTE EL OTOÑO

De la luz del otoño
extraigo alguna consecuencia,
un cimiento menor para estas convicciones:
que la vida es más lenta de lo que suponemos,
que su afamado brillo
nos impone la espera de lo bello inmutable
(y es acaso un error, quizá una burla),
que las tardes contienen una fracción de hiel,
que donde haya renuncia habrá milagro…
Cosas que ya sabía.
En la luz del otoño me ha parecido verlas.

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MEDIA TARDE DESDE EL TREN

Si dejo de leer y levanto la vista
—ahora que el sol de media tarde
ha adquirido su grado de declive más puro—
me sorprende un paisaje
sin negación ni ansia,
                                            una tela
donde cada color se atiene al orden
que lo real instaura
con limpidez y conseguido anhelo:

las arboledas lucen la oscuridad que acogen;
el amarillo hiere en margaritas densas;
el verde juvenil del cereal confía,
insiste aún, porque no sabe nada;
y ven las amapolas, desde su frágil furia,
un azul más altivo en el cielo de siempre.

Mientras se sigue desplegando
en sucesivo don igual el mundo quieto,
retorno a la lectura,
                                            y una red
me enmaraña con hilo imprecisable,
como malla de sombra
que al aturdirme me escondiese
entre la hondura hostil de las palabras.

En el callar de afuera hay un decir más claro,
y un espejo extendido
donde está quien contempla.
Fluyen ambos en la hora declinante,
en las dulzura máxima,
                                            caudal,
río de precisión
que voy perdiendo mientras leo.

Ya abandono la letra desabrida:
quiero verlo pasar
y aparecer indemne.
Me transporta, me explica
en su hondo curso esclarecido,
donde se escribe
la línea impronunciable de lo que no se oculta.

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AMOR FATI

El crepitar
de unas ramas de olivo
que se queman sin prisa tras la poda,
el ímpetu del pájaro en el cielo,
su timidez en el arbusto, el áspero
zarzal y la humareda
me están pidiendo
una confirmación, su debido registro
entre lo que sucede.
                                            Necesitan
el sí callado que he de darles
para poder hacer en su existencia
un hueco a mi existencia muda.
Comprendo que se trata
—como en el lazo entre la flor y el día—
de un destino recíproco,
de un mutuo ser en lo que es, sin más.
(Ninguna plenitud,
tampoco, aún, ninguna pérdida.)

Acepto estar aquí, y estar mirando
estas cosas sin cifra.
Acepto, juzgo, doy
al aire
el mismo aire
que me sustenta a mí.

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IDEA

He anotado esta idea: El silencio no existe.

La he descubierto en mí mientras miraba
unas fotografías
que alguien tomó en un paisaje nórdico.
Podía ver en ellas la rara condición
de una llanura en soledad,
y en soledad también un poste ensimismado
y un asfalto remoto.
Bajo la luz raptada, parecía
que estuvieran presentes en su abandono estricto,
en el légamo claro de cuando nadie mira.

El silencio no existe.

¿Cómo podría haberlo
si todo tiene vibración y luce
y restalla por dentro más allá
de su apariencia muda?
En donde estemos ¿no escuchamos siempre
un murmullo o su pálpito?

El silencio no existe.

(Noto cómo la idea extrae de mí
las líneas de un sentido,
y busca su espesor, y al mismo tiempo
apunta al blanco en sombra
donde está su verdad.)

Quizá silencio es sólo un nombre,
un nombre acostumbrado aunque inexacto,
una palabra errónea que habla, en realidad,
del sonido terrestre
que está perdido
en un espacio ajeno y despoblado
donde nadie lo escucha.

El silencio no existe.

(La idea
ya es un dardo que está cruzando el aire.
Su vuelo es pensamiento.
Mis palabras lo empujan y lo frenan.)

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ALBADA, II

Cada mañana,
tomo una carretera orientada a levante
en el momento justo en que permite el sol
que mis ojos presencien su continua victoria.

Puedo ver cómo actúa la física del alba,
la inercia de tensión y de destino
que hace tan lento y tan veloz al mundo.

El sol esconde, en su despliegue simple
de líneas verticales y horizontales ondas,
en su vieja parábola, la ley
por cuya obligación
todo amanece envuelto en un cristal gastado
que suma eternidad a su promesa eterna.

En la primera curva,
cuando le doy la espalda al sol,
encaro el tiempo en cuyo seno vivo.
Y ya no ven mis ojos otra luz
que el claroscuro de mi nombre
urdiéndose en la trama de las horas.

Es el pálido fuego, la vela que me alumbra,

la que se ha de apagar aun cuando el día,
con seguro engranaje,
traiga otra vez la gigantesca,
la desmentida luz que no se habita.
——————————
[1] De Con el aire, Madrid, Visor, 2004.

domingo, 10 de septiembre de 2023

CRÓNICA

Sábado, 26 de agosto, 20:00 horas.
El Cantábrico, C/Muelle de Oriente 4, Gijón.

Por ignatium


BENITO PASCUAL
LUCES BUSCAN SOMBRAS [1]

LA LUZ HACE VISIBLE el mundo,
pero desconoce su interior.
Cerramos los ojos con la intención de verlo
y nos alejamos de él.
Sin embargo, estamos condenados a entendernos
en este oscuro tiempo que a ambos nos ha tocado vivir.
Ejercicio inútil este de abrir y cerrar los ojos,
esta intermitencia incesante que es vivir,
ese ir y venir que nos deja siempre exhaustos,
en el mismo lugar donde estábamos.

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A ÚLTIMA HORA de la tarde,
con la mente en punto muerto
y la mirada puesta en un lugar indefinido
del horizonte.
Quisiera saber adónde irá a parar la luz,
a qué lugar a descansar,
a qué refugio.
O, si por el contrario, se desvestirá de nuevo
y se pondrá los lúgubres ropajes
de la noche,
abrazará prostitutas y dementes,
solitarios e insomnes,
los abrigará una vez más,
antes de que venga el día a apagar sus brillos.

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¿QUÉ QUIERE decir?
¿De qué está hecha?
¿Por qué llega con tanta insistencia en cada amanecer,
siempre tan puntual, llamando a la puerta, a la ventana,
y me recuerda que ya es de día?
¿Por qué hace que mis pupilas se dilaten tanto
y alcance el asombro con solo fijar la mirada?
La luz hace existir las cosas,
el mundo en que vive,
cualquier principio, cualquier final.

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SALEN DE SUS REFUGIOS los noctámbulos,
se estrellan contra los neones,
contra la noche misma.
Las estrellas suicidas escriben en el cielo sucio una necrológica,
advierten que fueron cadáver una vez
y su polvo estelar viajó por todo el universo
hasta llegar aquí,
y ahora.

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TODO EL FULGOR puede contener un parpadeo,
así es toda la felicidad que la vida me concede
de vez en cuando,
la parte correspondiente de este botín,
la dosis exacta que me permite continuar viviendo
con cierta dignidad
y demorar la noche y sus sombras.
——————————
[1] De Luces buscan sombras, Gijón, Gravitaciones, 2021.

domingo, 3 de septiembre de 2023

CRÓNICA

Sábado, 26 de agosto, 20:00 horas.
El Cantábrico, C/Muelle de Oriente 4, Gijón.

Por gaius


JOSÉ ÁNGEL VALENTE
FRAGMENTOS DE UN LIBRO FUTURO [1]

SUPO,
después de mucho tiempo en la espera metódica
de quien aguarda un día
el seco golpe del azar,
que sólo en su omisión o en su vacío
el último fragmento llegaría a existir.

(Raíz de Fragmentos de un libro futuro.
Fragmento XXXVII de Treinta y siete
fragmentos)

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DE ti no queda más
que estos fragmentos rotos.

Que alguien los recoja con amor, te deseo,
los tenga junto a sí y no los deje
totalmente morir esta noche
de voraces sombras, donde tú ya indefenso
todavía palpitas.

(Proyecto de epitafio)

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SE llena de veces el mundo de tristeza.
Los armarios de luna con la imagen de un niño
navegan en la noche.
                                            El viento llora
como animal herido,
solo bajo las nubes.
Los blancos lirios de la primavera
nadie podría ahora recordarlos.
                                                       Baja
tumultuoso el río
opaco de las sombras.

Piedras. Norte. Estalla
lejos la luz, muy lejos.

Andemos todavía.

(Días de invierno de 1993)

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La soledad se puebla de fantasmas de papel y de paja, de retratos de nadie, de láminas metálicas, de páginas desnudas donde nada está escrito. El frío arrasa la memoria y ya empezamos a no ser, el frío que desciende del lado más aciago de la noche donde se inicia la consumación. Y no podemos recordar a quién habíamos amado. Pregunto: —¿dónde estás? Pero ni siquiera yo mismo sabría quién puede responder. Llamo a todas las puertas. La única que se abre es la sola que no conoce el perdón.

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La memoria nos abre luminosos
corredores de sombra.

Bajamos lentos por su lenta luz
hasta la entraña de la noche.

El rayo de tiniebla.

Descendí hasta su centro,
puse mi planta en un lugar en donde
penetrar no se puede
si se quiere el retorno.

Se oye tan sólo una infinita escucha.

Bajé desde mí mismo
hasta tu centro, dios, hasta tu rostro
que nadie puede ver y sólo
en esta cegadora, en esta oscura
explosión de la luz se manifiesta.
——————————
[1] De Fragmentos de un libro futuro, Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2000.

domingo, 30 de julio de 2023

CRÓNICA

Sábado, 17 de junio, 20:00 horas.
El Cantábrico, C/Muelle de Oriente 4, Gijón.

Por gaius


CARLOS MARZAL
EUFORIA [1]

VOY A CUMPLIR 60

VOY a cumplir 60.

En otro tiempo
—ocurría en verdad en otro mundo,
en un planeta otro:
                                 la impune juventud—
alguien ya con sesenta no era un viejo,
simplemente no era.
                                            Se trataba
de un acontecimiento de invisibilidad.

Al fin y al cabo,
                                 un asunto incurable.

Hoy me lo explico
—pero sin entender cómo ha ocurrido—
bajo un prisma geométrico:
esa recta tangente de la edad
que acaricia en un punto,
                                                       fervorosa,
la evanescente curva de la vida.

Qué absurdo de la edad:

ir a cumplir 60,
sin dejar de tener aún 18.

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DISPOSICIONES PÓSTUMAS

HACE ya mucho tiempo que dispuse
considerarme un individuo póstumo.

Quiero decir con esto
                                            lo contrario
a darme por perdido, a renunciar
a mi antigua ascendencia de entusiasta.

Lo fúnebre no cabe
en mi manera de entender el mundo,
igual que el malditismo,
                                            esa simpleza
de los temperamentos infantiles.

Mi condición de póstumo inaugura,
es un estreno, no lo que concluye.
Una forma ulterior de estar dispuesto
a oler a cada instante,
                                            en cada cosa,
su perfume de flor irrepetible.

No es una deserción.
                                            Es más conciencia.
El verano tenaz que hay en mi mente.

Entiende que en mi ocaso rompe el día.
En este anochecer despunta el alba.

Me he declarado póstumo.
                                                       Supone
mi voluntad febril de nacimiento.

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LA VISITA

DESPUÉS de muchos años sin escribir ninguno,
ayer logré acabar otro poema.

Sería más preciso el haber dicho
después de muchos años sin suceder ninguno.
Los poemas suceden, nos ocurren,
los versos acontecen cuando quieren,
sólo siguen la ley de su capricho.

                                            Los echaba de menos: eso es cierto.

Me decía: Vendrán
cuando piensen que a ti ya no te importan.
Se cansarán de otro,
                                            ten paciencia
.

Pero a pesar de conocer la lógica,
sin lógica ninguna,
de aquello que solemos llamar inspiración,
vivir sin las visitas casuales de un poema
representa una forma malsana de vivir.

El caso es que mandé el poema a unos amigos.
Sin corregir apenas, y sin la obligatoria
frialdad sentimental.

Me entenderéis mejor los despechados.
Aquellos que no saben vivir sin las palabras.

Quería subrayar que aún estoy vivo.

Qué extraña maldición:
                                            cada poema
aspira a ser el último que escribas.

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¿Y SI LA LLUVIA FUERA?

¿Y si la lluvia fuera
la música inaudible,
la única melodía verdadera?

¿Y si estuviera
cantando desde siempre,
clamando que escuchemos
esa canción primera?

¿Y si el oído humano
no supiera
entender cómo pulsa
las cuerdas de este mundo
en dondequiera?

¿Y si hemos olvidado
la manera
de interpretar su cántico,
el compás de la lluvia,
la viajera,
el mensaje inaudito
de la imperecedera?

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LOS ANHELOS

NO tengo más destino que el anhelo,
pero no significa una condena:
se trata de un regalo que la vida
me ofrece en su derroche.

Mi modo de anhelar no constituye
ningún afán, ninguna
forma de avaricia hacia las cosas
o hacia los individuos.

(Si sufriera por causa del anhelo,
no sería mi anhelo el que lo causa.)

Se reduce a una pauta de imprudencia
con la que profesar
un amor temerario hacia este mundo.

No somos insaciables: anhelamos.

Estamos complacidos con lo puesto.
——————————
[1] De Euforia, Barcelona, Tusquets, 2023.

domingo, 23 de julio de 2023

CRÓNICA

Sábado, 17 de junio, 20:00 horas.
El Cantábrico, C/Muelle de Oriente 4, Gijón.

Por chesire


ROGER WOLFE
DÍAS PERDIDOS EN LOS TRANSPORTES PÚBLICOS [1]

EL DR. ROGER Y MR. WOLFE VISITAN LOS JUZGADOS

Bueno, así es la vida.

Un día entras esposado
por una puerta, y al siguiente
entras por otra
para desposarte:

dos maneras
no tan diferentes
de hacer justicia.

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TODAS EN EL MISMO SITIO

Venimos sin nada
y sin nada nos marchamos.
Y eso que entre una y otra cosa
no dejan nunca de darnos.

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ALTAS HORAS, DIÁLOGOS BAJOS

Le dije:
«Voy a desplomar los ciento y pico kilos
de mi carne cruda
por tus vísceras de adobe
y emparedar con ellos
la tristeza que te asoma en la mirada
cuando cruzas el umbral
del calendario.»
Me dijo:
«Hablas como un escritor.»
Y cogió la copa
de encima de la barra
y se marchó
bamboleando
aquel culazo prieto y esas tetas
en brutal forma de pera bajo la camisa.

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HOMENAJE A LOS POETAS MEDIO MUERTOS

No recuerdo exactamente
qué estación del año era.

De la Cuesta y yo
nos unimos a la insigne comitiva
—que con el fin de perturbar el sueño
de los muertos había organizado
el recién elegido ayuntamiento—
en torno al nicho humilde
del poeta.

Y una vez finalizados
la marcha fúnebre, el discurso,
las ridículas pompas del alcalde,
y dispersada la escasa muchedumbre,
fue al trompa de la orquesta al que escuchamos
pronunciar la frase:

«Si le hubieran dado más pan y más aceite,
otro gallo cantaría.»

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PALABRAS A LA CAMARERA

(VARIACIÓN SOBRE UN TEMA DE FÉLIX GRANDE)

Porque esta noche estaba solo
enajenado y absorto ante la barra
deseando que esta copa fuera eterna
y no sabía si pagarte o llorar.
——————————
[1] De Días perdidos en los transportes públicos, Barcelona, Anthropos, 1992.

domingo, 16 de julio de 2023

CRÓNICA

Sábado, 17 de junio, 20:00 horas.
El Cantábrico, C/Muelle de Oriente 4, Gijón.

Por sanders


CARMEN MARTÍN GAITE
DESPUÉS DE TODO. POESÍA A RACHAS [1]

RASTRO BORRADO

¿NO ves cómo se borra el humo de mi imagen
delante de tus pasos
lo mismo que las huellas
del ciervo fugitivo
se borran en la senda?

Nunca sabré cómo seguiste andando,
cómo te levantaste para seguir andando
al despertar de nuevo
la luz en tus ventanas,
ni a qué desván relegas
los jirones de mí que te quedaban,
jirones de mi cuerpo y de mi rostro
creados para ti.

Tal vez no te das cuenta,
pero mira delante de tus pasos.

¿No ves cómo se borra el humo de mi imagen
lo mismo que las huellas del ciervo fugitivo
se borran en la senda?

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PÍDEME QUE ESTÉ ALEGRE

AÚN me entra cielo azul
y lo miro en mis charcos
reflejado a jirones.

Pídeme que esté alegre.
Si tú me lo pidieras,
en un caballo blanco subiría,
en un caballo bravo y montaraz.

Pídeme que esté alegre
y correré a ponerme
atavíos de fiesta,
abriré las cien puertas de mi casa
y saldré entre piruetas
y saltos de través
aturdida de sol,
y a las verdes palomas
daré migas de pan.

Pídeme que esté alegre.
En un caballo blanco correría,
en un caballo loco y montaraz,
si tú me lo pidieras.

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NUBES

LAS nubes de tormenta
al atardecido
son manos que me aprietan la garganta.

¿Por qué se esfumaron,
qué viento las sopló?

Mi tierra tenía sed
y ha quedado estirada en una calma
de plomo y malestar.
Bisontes negros,
ensenadas de iris,
rostros de bruja en ciernes,
montañas galopantes,
huellas son de ceniza
que se apagan.

¡Ay!, se han ido las nubes
sin llover.

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CANCIÓN ROTA

SIEMPRE que iba a cantar
algo se interponía
y a mí no me importaba,
¡había tanto tiempo!

Mi canción se quedaba en el alero,
confiada,
meciéndose en la espera
cuajada de horizontes.

Si alguna vez con mudo gesto antiguo
acaricio las cuerdas,
el aire se retira
y el corazón me late nuevamente
con aquellos latidos turbulentos,
heraldos de mi canto.

¡Ay mi canción truncada!
Yo nunca tenía prisa
y la dejaba siempre,
amor,
para después.

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TIEMPO DE FLOR

CUANDO el tiempo de flor
venga a fundir
la nieve en la montaña,
ya no te esperará mi corazón,
alondra.

¡Ay!, ¿cómo eran sus labios?
—cantará el surtidor.

De nuevo el mismo sol
se vendrá a los tejados, perezoso,
herido por el grito de los niños
que juegan en la plaza.
Y, como hoy,
la mañana despertará encendida
por fuera de mis ojos.

Pero mi corazón, alondra,
ya no te esperará.
——————————
[1] De A rachas, 1973.
De Después de todo, 1993.
En Después de todo. Poesía a rachas, Madrid, Hiperión, 1996.

domingo, 9 de julio de 2023

CRÓNICA

Sábado, 17 de junio, 20:00 horas.
El Cantábrico, C/Muelle de Oriente 4, Gijón.

Por clamavi


MARK STRAND
PUERTO OSCURO [1]

VII

Oh you can make fun of the splendors of moonlight,
But what would the human heart be if it wanted
Only the dark, wanted nothing on earth

But the sea’s ink or the rock’s black shade?
On a summer night to launch yourself into the silver
Emptiness of air and look over the pale fields

At rest under the sullen stare of the moon,
And to linger in the depths of your vision and wonder
How in this whiteness what you love is past

Grief, and how in the long valley of your looking
Hope grows, and there, under the distant,
Barely perceptible fire of all the stars,

To feel yourself wake into change, as if your change
Were immense and figured into the heavens’ longing.
And yet all you want is to rise out of the shade

Of yourself into the cooling blaze of a summer night
When the moon shines and the earth itself
Is covered and silent in the stoniness of its sleep.

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VII

Ah, puedes burlarte de los esplendores de la luna,
pero ¿qué sería del corazón humano si deseara
sólo oscuridad, si no deseara nada en la tierra

salvo la tinta del mar o la sombra negra de la roca?
Lanzarte, en medio de una noche de verano, al vacío
plateado del aire y observar los campos pálidos

descansando bajo la mirada hosca de la luna,
y permanecer en las profundidades de tu visión y preguntarte
cómo en esta blancura lo que amas es pena

pasada, y cómo en el largo valle de tu mirada
crece la esperanza, y allí, bajo el fuego
distante de las estrellas, apenas perceptible,

sentirte despertar al cambio, como si tu cambio
fuera inmenso y contara en la añoranza de los cielos.
Y sin embargo todo lo que quieres es alzarte de la sombra

de ti mismo, hasta la fría llama de la noche de verano,
cuando la luna brilla y la tierra misma
está cubierta y silenciosa en las rocas de su sueño.

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X

It is dreadful cry that rises up,
Hoping to be heard, that comes to you
As you wake, so your day will be spent

In the futile correction of a distant longing.
All those voices calling from the depths of elsewhere,
From the abyss of an August night, from the misery

Of a northern winter, from a ship going down in the Baltic,
From heartache, from wherever you wish, calling to be saved.
And you have no choice but to follow their prompting,

Saving something of that sound, urging the harsh syllables
Of disaster into music. You stare out the window,
Watching the buildup of clouds, and the wind whipping

The branches of a willow, sending a rain of leaves
To the ground. How do you turn pain
Into its own memorial, how do you write it down,

Turning it into itself as witnessed
Through pleasure, so it can be known, even loved,
As it lives in what it could not be.

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X

Es un grito terrible, el que se alza
esperando ser escuchado, el que viene a ti
cuando despiertas, así que tu día pasará

en la fútil corrección de una añoranza remota.
Todas esas voces que llaman desde la profundidad de otra parte,
desde el abismo de una noche de agosto, desde la miseria

de un invierno norteño, desde un barco que se hunde en el Báltico,
desde la pena, desde donde sea, pidiendo ser salvadas.
Y no tienes más alternativa que seguir su provocación,

salvando algo de ese sonido, empujando las sílabas ásperas
del desastre a la música. Miras por la ventana,
observas cómo se amontonan las nubes y cómo el viento azota

las ramas del sauce, haciendo llover hojas
sobre la tierra. Cómo conviertes el dolor
en su propio monumento, cómo escribes,

transformándolo en sí mismo visto
a través del placer, para que pueda ser sabido, incluso amado,
mientras vive en lo que no pudo ser.

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XIV

The ship has been held in the harbor.
The promise of departure has begun to dim.
The radiance of the sea, the shining abundance

Of its blue are nevertheless undiminished.
The will of the passengers struggles to release
The creaking ship. All the want

Is one last voyage beyond the papery palms
And the shoals of melancholy, beyond the glass
And alabaster mansions strung along

The shore, beyond the siren sounds
And the grinding gears of big trucks climbing the hills,
Out into the moonlit bareness of waves,

Where watery scrawls tempt the voyager to reach down
And hold the dissolving messages in his palm.
Again and again the writing surfaces,

Shines a moment in the light, then sinks unread.
Why should the passengers want so badly
To glimpse what they shall never have?

Why are so many of them crowded at the rail,
With the ship still dozing in the harbor?
And to whom are they waving? It has been

Years since the stores in town were open,
Years since the flag was raised in the little park,
Since the cloud behind the nearby mountain moved.

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XIV

El barco está retenido en el puerto.
Ha empezado a atenuarse la promesa de partir.
El fulgor del mar, la abundancia brillante

de su azul, sin embargo, siguen intactos.
La voluntad de los pasajeros lucha por liberar
la nave chirriante. Lo único que quieren

es un último viaje más allá de las palmeras de papel
y los bajíos de la melancolía, más allá de las mansiones
de vidrio y alabastro que puntean la extensión

de la costa, más allá del sonido de las sirenas y los engranajes
crujientes de los grandes camiones que trepan las colinas,
allá en la desnudez enlunada de las olas,

donde los garabateos acuosos tientan al viajero a estirar
la mano y sostener en su palma los mensajes que se disuelven.
Una y otra vez la escritura emerge,

por un momento brilla bajo la luz, para luego hundirse sin ser leída.
¿Por qué querrían con tanto ahínco los pasajeros
atisbar lo que nunca podrán tener?

¿Por qué tantos de ellos se amontonan en la baranda,
con el barco aún amodorrado en el puerto?
¿Y de quién se despiden? Han pasado años

desde que las tiendas del pueblo abrieron,
años desde que la bandera fuera alzada en el parquecito,
desde que la nube tras aquella montaña se movió.

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XXIX

The folded memory of out great and singular elevations,
The tragic slapping of vowels to produce tears,
The heavy golden grieving in our dreams,

Shaping the soul’s solemn sounds on the edge of speech
That carry the fullness of intention and the emptiness
Of achievement are not quite the savage

Knowledge of ourselves that refuses to correct itself
But lumbers instead into formless affirmation,
Saying selfhood is hating Dad or wanting Mom,

Is being kissed by a reader somewhere, is about me
And all my minutes circulating around me like flies—
Me at my foulest, the song of me, me in the haunted

Woods of my own condition, a solitaire but never alone.
These are bad times. Idiots have stolen the moonlight.
They cast their shadowy pomp wherever they wish.

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XXIX

El recuerdo plegado de nuestras grandes, singulares elevaciones,
el abofeteo trágico de las vocales para producir lágrimas,
el pesado, dorado penar en nuestros sueños,

formando los sonidos solemnes del alma, al borde del habla,
que llevan la plenitud de la intención y el vacío
del logro, no son exactamente el conocimiento

salvaje de nosotros mismos que se niega a corregirse,
moviéndose en cambio torpemente hacia una afirmación sin forma,
diciendo que la identidad es odiar a Papá o desear a Mamá,

es ser besado por un lector en algún lugar, es sobre mí
y todos mis minutos girando a mi alrededor como moscas
—yo en mi estado más miserable, la canción de mí, yo en el bosque

embrujado de mi propia condición, solitario pero nunca solo.
Estos son malos tiempos. Idiotas han robado la luz de la luna.
Proyectan su pompa sombría donde se les antoja.

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XL

How can i sing when i haven´t the heart, or the hope
That something of paradise persists in my song
That a touch of those long afternoons of summer

Flowing with golden greens under the sky’s unbroken blue
Will find a home in yet another imagined place?
Will someone be there to play the viola, someone for whom

The sad tunes still matter? And after i go, as i must,
And come back thought the hourglass, will have proved
That i live against time, that the silk of the songs

I sang is not lost? Or will i have proved that whatever i love
Is unbearable, that the view of Lethe will never
Improve, that whatever i sing is a blank?

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XL

¿Cómo puedo cantar cuando no tengo el corazón o la esperanza
de que algo del paraíso persista en mi canción,
que un toque de aquellas tardes largas de verano

que fluían con verdes dorados bajo el azul intacto del cielo
encontrarán un hogar en aún otro lugar imaginado?
¿Estará alguien allí tocando la viola, alguien para quien

las melodías tristes todavía cuentan? Y luego de que me vaya,
como debo, y regrese a través del reloj de arena, ¿habré probado
que vivo contra el tiempo, que la seda de las canciones

que canté no se ha perdido? ¿O habré probado que lo que amo
es insoportable, que las vistas del Leteo nunca
mejorarán, que lo que cante, sea lo que sea, es vacío?
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[1] From Dark harbor: A poem, 1993.
De Puerto oscuro: Poema, 1993.
En Puerto oscuro, Barcelona, Kriller71, 2020.
(Trad. Adalber Salas Hernández)