domingo, 8 de enero de 2023

CRÓNICA

Sábado, 17 de diciembre, 20:00 horas.
El Cantábrico, C/Muelle de Oriente 4, Gijón.

Por gaius


ROLANDO KATTAN
LOS CISNES NEGROS [1]

FUNAMBULISTA

En las esculturas de Giacometti
una mano, en contraste con las mías,
es consciente del brazo que la tiene.
De ese dominio se nutren los cuerpos.

No son funambulistas, lo parece,
el equilibrio es un título de propiedad.

Aprendí del traspié y de la caída,
me edifiqué en movedizo silencio,
dejé mi suerte en la ignorante palma
que echó los dados desde mi brazo a la cabeza.
Perdí mi reino y cuento las saudades.

La mano recupera la conciencia
y comprende que un dedo entumecido
es una epístola del corazón.

Florece dentro de mí otro esqueleto
como una escultura de Giacometti.
Una sombra en la cuerda de la vida.

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AFFAIRE CON MARIA NACU

La conocí un verano en Bucarest.
Un sol marfil cayó en el calendario
y quedamos por la tarde en el museo.

Entre la prudencia, lo posible y la ruleta
nos echamos desnudos al azar.
El destino zanjó con su navaja
la línea en la palma de mi mano.

Desaté una mantilla de su cuello
y con ella las décadas de asfixia;
lo sé por la llovizna de sus ojos,
y por la cándida dolencia en su aura.

En los jardines de Tudor Arghezi
acomodamos entre los arbustos un eclipse
y fuimos dos heridas tendidas en el pasto.

Su recuerdo diluido ya en mi lágrima
es un cisne imposible en la memoria.

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TRANSMIGRACIONES

Y cada flor me cuesta una herida.
LUIS DE GÓNGORA

En el jardín teníamos lirios de los valles,
condenados a mirar la hormiga y no la estrella.
Con pequeños vocablos los cuidaba mi madre,
musitaba a la flor y les dejaba un cariño.
En las flores ella sentía el ojo de Dios.

La muerte no es un aliento fulminante
que te empuja al abismo de tus fosas nasales,
a veces simplemente el ovillo se termina
y renueva el hilván un aburrido alfayate.

Florecen todavía los lirios en el patio
y en la flor ahora encuentro el ojo de mi madre.

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LA MEMORIA ES UN ORIGAMI

Sonríe inerte el rostro de mi padre
en el oxígeno desgastado del retrato.

La imagen arrodilla mi memoria
¿acaso en tinta muerta y no en la sangre
deslía este recuerdo?

Miro fijamente su pupila y oigo
como en un tocadiscos el silencio.

Con papel fotográfico
la memoria elabora sus disfraces.

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EFECTO CORIOLIS

A Xavier Oquendo

En los límites de Quito
se arremolinan tres pétalos en un embudo.
El sur hechiza la marcha del tiempo
y el patio de la infancia acaricia mi carne.

Vertida sobre el ecuador
parece el suero al pie de la cama de un enfermo;
no hay remolino y sedienta la engulle la tierra.

Un metro al norte
y el remolino adelanta los relojes,
me hipnotizan sus círculos concéntricos,
caracolillos de agua que alcanzarán mi tumba.

Después se arremolinan tres mundos en el tiempo
y a nosotros nos sucede lo del agua.

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DRESS CODE

Este no es el jardín del paraíso,
hay que llevar ventanas en el pecho
para que pasen libres los disparos.

Disfrazarse de puerta abierta o muro.
Guardarse el corazón en el bolsillo
y despistar esa bala perdida.

Esconderse en las páginas de un libro,
detrás de la palabra, y memorizar el ojo
que se acomoda, se entrecierra y guiña.

Pedir prestado un sombrero de copa
y así burlar la muerte prematura.
Vestir la cola de un pavo real
y no mirar la bala que te sigue…

Y solo desnudarse
en el metro cuadrado de la ducha.

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LAS LEYES DE MENDEL

No gozaré, según las leyes de Mendel,
de esa salud espigada que alcanzan
con la vejez los músicos austríacos.

La enfermedad es un vestigio del amor.
Un movimiento lento
en la remota sinfonía de mi origen.

El gran viaje, como precisaba mi madre.
Un naufragio es seguro —me decía—
carga contigo siempre el horizonte.
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[1] De Los cisnes negros, Madrid, Visor, 2021.

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