viernes, 14 de diciembre de 2012

sábado, 27 de octubre de 2012

LEONARD COHEN. 35


35

Each day he lugged
a hunk of something precious
over to his boredom
and once or twice a week
when he was granted
the tiny grace of distance
he perceived that he laboured
as his fathers did
on someone else's pyramid

Thoughts of rebellion
Thoughts of injustice
New Year's resolutions
The seduction of a woman
All these he engraved
numbly letter by letter

Walther PPK-S
Serial No. 115142
stolen from one slave by another
——————————
From The energy of slaves, 1972.

֍            ֍            ֍

35

Todos los días arrastraba
un gran pedazo de algo precioso
hasta su aburrimiento
y una o dos veces por semana,
cuando le era concedido
el minúsculo favor de la distancia,
se daba cuenta de que trabajaba,
como lo hicieron sus padres,
en la construcción de la pirámide de otro.

Ideas de rebelión.
Pensamientos sobre la injusticia.
Propósitos de Año Nuevo.
La seducción de una mujer.
Todo esto lo iba grabando
torpemente letra por letra:

Walther PPK-S.
Número de serie: 115142.
Robada a un esclavo por otro.
——————————
De La energía de los esclavos, Madrid, Visor, 2006.
(Trad. Antonio Resines)

viernes, 12 de octubre de 2012

CRÓNICA

Viernes, 28 de septiembre, 21:00 horas.
El Cantábrico, C/Muelle de Oriente 4, Gijón.


JUGADORES

Blanco Díaz, Pilar. EL jardín invisible, Madrid, Rialp, 2006.
Laboa, Mikel. Antología, Gijón, Autoedición de Martín Julio Ferrero, 2012.
Lowry, Malcolm. El trueno más allá del Popocatépetl, Barcelona, Tusquets, 2009.
Miłosz, Czesław. Tierra inalcanzable, Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2011.
Otero, Blas de. Hojas de Madrid con la galerna, Madrid, Galaxia Gutenberg, 2010.
Uribe, Kirmen. Mientras tanto cógeme la mano, Madrid, Visor, 2010.

CRÓNICA

De la puntualidad con que los participantes de presentaron en el campo se pudo deducir que a todos los animaban las ganas de brindar espectáculo. Aunque más que puntualidad, lo que contribuyó a que se rompiese la habitual esterilidad del marcador fue el dominio de planteamientos tácticos menos dogmáticos. De este modo, un buen puñado de jugadas pudo prosperar más allá de la primera línea de defensa rival. Es de agradecer, y confiamos en que no se trate de un mero espejismo que de paso a una nueva era de abrazo furioso a cada particular sanctasanctórum lírico.

ARTEMIO apostó por el verbo encendido de BLAS DE OTERO. Sin embargo, no logró emplazarlo en la faceta social, de religiosidad contradictoria o amor descarnado en que luce más, sino que lo dejó deambular con una voz apagada: «Cojeando un poco. Fumo, me peino, pienso / en la Habana con un barco violeta...»; transida de previsibilidad, de hálito ajeno en HABRÁ POESÍA: «Mientras haya en el mundo primavera, / habrá caminos, y barricadas, y grandes nubes luminosas, y aquí termino»; y que sólo dejó restos de su innegable talento a fogonazos: «Aparezca tu cuerpo, / tus fríos labios, / tus brazos rodeándome de acero potestades». Fogonazos no embellecidos por los manejos de tahúr a que nos tiene acostumbrado ARTEMIO, que no pudo contenerse, introduciendo de su puño y letra una coda espuria al final del poema para ganar adeptos entre la parroquia más dipsomaníaca... Bueno, dejémoslo en la parroquia a secas: “Y el aire lleno de botellas vacías”.

Como cabía esperar de quien no se prodiga en exceso en la competición más exigente, CLAMAVI acusó falta de ritmo. Arrancó en tromba con un MIŁOSZ penetrante, que sin renunciar a la profundidad, alcanzaba con facilidad la línea de fondo: «Dejo los símbolos para los orgullosos, ocupados en sus cosas. / Quería extraer con la mirada el nombre auténtico de la cosa»; para rematar con un primoroso chut en escorzo melancólico con LO QUE SIGNIFICA: «Con un Gauloise apagándose, / con un vaso de vino tinto, / pienso en lo que significa ser esto y no aquello... pero entonces cabía la esperanza de serlo todo». Sin embargo, no supo encajar las pausas en labores de tabaco y fue menguándose en un estilo fabulador: «Nos estaba permitido hablar con el grito de enanos y demonios, / pero las palabras puras estaban prohibidas»; para caer en el discurso oscurantista de quienes creen custodiar una gran verdad: «No revelar lo prohibido. Mantener el secreto / porque lo revelado perjudica a la gente».

Visto el resultado de las propuestas de PAPERMAN y CHESIRE, podemos colegir que de la poesía en éuscara perdemos con la traducción su mayor valor. Ese agregado de te, ka, txe, erre, ... esa onomatopeya, ... esa aliteración sin fin, ... ese tableteo de ametralladora que —traduttore, traditore— will be lost... like tears in the rain. Y es que LABOA se manejó en un discurso extremo, sin molestarse apenas en disimular la costura entre la grandilocuencia de patadón y tente tieso: «Y que dices Der tod / ist ein meister / und du, Zur Linken, / des menschen Sinn... El tiempo, solitario Helian / De noche, gris, de fuego, en llamas», y el fraseo balbuciente de un niño que administra una evidencia, que todos salvo él ven como tal: «Si le hubiera cortado las alas / habría sido mío, / no habría escapado. / Pero así, / habría dejado de ser pájaro. / Y yo... / yo lo que amaba era un pájaro».

Más de lo mismo se puede decir de URIBE. Dejó algún destello en el juego de temática campestre, controlando el balón con metáforas acertadas: «Unas cuantas vacas / habrán cruzado el valle y la carretera, y se han refugiado allí. / Están atrapadas, cabecean nerviosas. / Es de noche en el hemisferio de sus ojos». Sin embargo, construyendo jugada en el centro del campo amoroso estuvo lento y contradictorio: «No es verdad. No he cambiado. / en mis sueños / siempre tienes veinte años»; cuando no, aupado sobre una tramoya de obra mil veces vista: «Sin embargo, si me dices «mi amor», / siento un escalofrío, / sea verdad o mentira».

Fiel a su estilo, IGNATIUM planteó su partido en la jurisdicción del poema denso, manejando el miedo existencial con más mesura en esta ocasión: ahí estuvo la clave de su éxito. BLANCO arrancó fuerte, con juego directo y esperanzador: «Y en el último instante una luz nos permite / contemplar su textura, encarar miedo y muerte»; aunque a veces atropellado por su propia emoción, como en FUSIÓN: «Nacer es soledad entre las voces, / uno que deja el uno para siempre / y para siempre abraza su nosotros». Pero a poco que atemperara su ímpetu, alcanzo la línea de fondo, centró templado y remató con acierto a las mallas, haciendo inútil la estirada de CHESIRE, que puso peros al exceso de tremendismo de TRABAJOS FORZADOS: «Y cada amanecer / alguien que no soy yo se incorpora en la cama / y sujeta la cuerda con la que arrastra el día / su torpe circular de horas sin rumbo cierto / Cansinamente, obligatoriamente, tirando con las manos desolladas del día». No obstante, su juego se volvió más conservador y tópico desde que cobró ventaja en el marcador: «No alterar la hermosura, / vivirla. / Pasar de largo y que allí quede»; y sólo recuperó mordiente al final del partido en una acción aislada con ESLABONES: «Fieles a las cadenas / imán de la implacable / cadena del destino (no hay martillo que trice / sus férreos eslabones de voluntad y sueños)».

CATENACCIO se presentó después de una larga ausencia sin haber preparado el partido. Y es que hay técnicos que cuanto más estudian, peor. LOWRY sorprendió por su resultado, máxime cuando no se esperaba nada de él después de un arranque tan melodramático: «galopando / sobre ese implacable caballo enloquecido / cuyos ojos no tienen párpados / y cuyo nombre es Remordimiento»; levemente suavizado con POR EL PLACER DE MORIR: «o los abanicos moviéndose monótonos / en los asilos, tejiendo su destino de sueños, / una esperanza que jamás volará tan alto / como vuela el horror de vivir». En este momento, lo fio todo al arranque etílico en su ORACIÓN POR LOS BORRACHOS, con el resultado que cabía esperar: hubo que bajar a PAPERMAN de la mesa: «Señor, da de beber a todos estos que ahora se levantan, / destrozados, farfullando palabras desde el centro del infierno, / mientras espían a través de las ventanas / la espantosa realidad del día que comienza».

Al final empate en un partido que, sin ser memorable, dejó dos goles y detalles de calidad. El público se fue dispersando. En el fondo norte, SANDERS ya buscaba refugio de mesa y mantel en que despenar otros apetitos que roen las entrañas más que el hambre de libros. En el fondo sur, la parroquia de economistas que encabezaba ELENA resolvía los males del mundo, de la Universidad, o quizás de sus ganas de festejar, que no es poco. ARTEMIO, CLAMAVI y CATENACCIO se dilataban haciendo revolotear un abanico de poéticas tan inflacionario como irreconciliable. Y la noche que poco a poco lo señoreaba todo. El otoño está de su parte. Ya el bombo ha girado, caído la bolita premiada, y la lotería de Babilonia decretado suerte para el tiempo venidero. Vienen días en que será más huidizo el tránsito de la luz, prendidos los rayos del sol por el vuelo de aves que migran, árboles que encanecen y vientos que no disimulan su aliento avieso. Quizás para recordarnos que figuramos en alguna bolita que la mano del tiempo ha de sacar, que estamos de paso, que encanecemos y que también nuestro hálito puede ser avieso, pero que, precisamente por eso, merece la pena intentar sanearlo. Pero eso ya es otra historia.

martes, 11 de septiembre de 2012

CRÓNICA

Viernes, 31 de agosto, 21:00 horas.
El Cantábrico, C/Muelle de Oriente 4, Gijón.


CRÓNICA FUTBOLEROPOETISTA

Grandes expectativas se habían alzado antes de la celebración del partido que cerraba la ronda agosteña y nos preparaba para una temporada intensa. La tarde-noche fue casi tan calurosa como el recibimiento con el que se obsequiaban los participantes y el escaso público asistente a lo que a la postre resultó como el mejor partido del año. El terreno de juego, situado en las instalaciones multiuso del bar Cantábrico estaba en perfectas condiciones aunque no se puede decir lo mismo de la iluminación artificial del campo número dos, donde se celebró el encuentro al estar en labores de mantenimiento el campo principal.

El partido comenzó con un ritmo trepidante desde el pitido inicial y ya en los primeros lances se produjeron las primeras ocasiones de gol, que no se materializaron en parte porque los postes están puestos para algo y en parte porque siempre aparece algún defensa que despeje el balón en el último momento cuando ya parece que se va a colar en las mallas. Enseguida se pudieron ver los primeros duelos y emparejamientos, que en algunos casos alcanzan ya la categoría de míticos. Cabe destacar en este apartado el cara a cara que mantuvieron Alfredo y Nacho, siempre atentos a entrar al cruce y sin dudar ni un momento si se hacía preciso dar un patadón que sacara el balón del estadio.

Se empezaba a vislumbrar lo que a la postre sería uno de los mejores partidos de la historia, donde hasta para no faltar a los refranes, hubo una excepción para confirmar la regla. Ese fue Charly Castañón, el que esto suscribe, que a pesar de su buena voluntad jugó uno de los peores partidos que se recuerdan, aunque no tanto como para merecer los abucheos recibidos y los gritos de fuera, fuera, por parte de la hinchada más radical encabezada por Pepe el Hincha que solicitaba airadamente una expulsión tan injusta como precipitada. Y eso que la apuesta de Charly fue atrevida y prometedora con “Los mejores acertijos y adivinanzas”, esencia misma de la poesía y del valor de la palabra, pero una mala preparación física y sin duda, una mala elección del equipo titular, dieron al traste estrepitosamente con su arriesgada apuesta, que había incluso levantado ciertas expectativas entre los jugadores más revolucionarios. A pesar de todo dejó alguna jugada digna de recordar y no exenta de cierta polémica, como la que a continuación se transcribe y cuya resolución se podrá ver al final de esta crónica:

Nace en el bosque,
se cría en el bosque,
se hace mujer en casa.

Se echó en falta la presencia en el campo de notables jugadores, como María, que arrastraba una tendinitis en el dedo índice de su diestra mano que le impedía jugar con soltura pero que no fue óbice en modo alguno para que se pasara por allí a contemplar y animar a los contendientes. O como el caso de Neiro, que apareció para realizar el saque de honor y desapareció como alma que lleva el diablo antes de que nadie pudiera reclamarle que se hiciera cargo de su puesto titular de esta columna, que tanta categoría pierde con su ausencia como gana un servidor en descrédito ante sus semejantes y pacientes lectores.

Ya no quedan en el fútbol moderno rematadores como los de antaño y eso se notó una vez más en este partido, donde los regates se sucedían uno tras otro, las paredes al borde del área, centros desde la banda y hasta algún pase de espuela. Se ven jugadas bien ideadas, bien construidas pero que fallan a la hora decisiva del gol. La deliciosa Alba no fue una excepción a esta tendencia inconclusa y el inicio de sus poemas, delicados aunque lejos de su propia altura, levantaba al respetable de sus asientos, expectantes, pero sus remates se quedaban más en un ay que en un uy. Como muestra, a falta de un buen botón, queda esta jugada que aquí trasladamos.

"Estabas
Como un astro sin brillo
Recibiendo del sol
La luz de tu contorno.
Sólo bajo tus pies era de noche"

"Yo y la luz te inventamos
Ciudad que ahora en un alba
De fantasía y de sol
Naces al mundo;
Ciudad aún imprecisa,
Con sangre, luz y ensueño
En tus blancas fachadas.”

Y eso que su jugador no podía tener un nombre más futbolístico, Altolaguirre, y el título de su obra ser más prometedor: Las islas invitadas. Hubo un cerrado debate sobre si el alba de la segunda estrofa era, como así se acordó, o no, un intento subliminal de condicionar la opinión del jurado. Pudo haber marcado algún golito si las defensas no fueran lo que son y se mostraran más generosas con la lírica. Esa falta de generosidad fue la que sufrió en sus propias carnes Alfredo, que jugó uno de sus mejores partidos, dando un recital de juego alegre y vistoso, nada exento de técnica y de una sobriedad impropia de alguien tan acostumbrado a jugar para la galería. Buscó el gol con tesón y afán, tanto que en alguna ocasión ese ímpetu lo llevo a enredarse en inanes discusiones con el resto de jugadores que no apreciaban la calidad de su juego, o que frenaban sin contemplaciones sus incursiones con belicosas faltas al borde del área. Misteriosamente feliz era el título de su aportación, creada por Joan Margarit y esto que a continuación se transcribe una de sus jugadas:

Se encorvaba con fuerza
para hundir más profunda
la reja del arado.
Cuando a veces la mula
se paraba a mear,
en lugar de azuzarla
a golpes y gritando,
me decía: dejémosla,
porque al mear descansa.
La vida era clavar
el hierro y abrir surcos.
Clavar la compasiva
mirada en una mula
al acabar la guerra.
Que alguien recuerde así
—tan compasivo y hondo—
algún poema mío.

Si hay que hablar de combatividad hay que referirse inequívocamente a Martín. Qué forma de pelear por cada balón, de disputar cada centímetro del campo, de presionar al rival y a los árbitros. Estuvo durante todo el partido respaldado y jaleado por su hinchada más ultra y radical, capitaneada y representada por Pepe Llana, que se basta y se sobra para animar cualquier cotarro o a cualquier jugador sin ser estrictamente necesaria una afinidad literaria. Martín jugó con un clásico de la literatura universal como Catulo, ofreciendo incluso la nada necesaria posibilidad del bilingüismo, que de haber sabido los presentes algo más de latín quizá fueran más apreciados sus versos y sólo a una desacertada traducción puede achacarse la escasa pena y gloria alcanzada. Quizá también influya en algún jugador susceptible las anotaciones que el propio Martín escribió en los márgenes de las fotocopias con las que jugó, donde nos llamaba tarados o patanes. Desde aquí me atrevo a recordarle que hacen más por los buenos entendimientos unos pastelillos o unas lonchas de cualquier ibérico curado que las zahirientes puyas del más destacado ingenio, como nadie duda que posea. Una de sus jugadas más destacadas fue la siguiente tal y como jugó:

Lesbia continuamente me maldice,
pero no deja de hablar de mí jamás.
Que me muera si Lesbia no me quiere.
¿Cómo lo sé?
Porque yo hago exactamente lo mismo,
y que me muera si no la quiero.

Carlinos evidenció una notable falta de ritmo fruto de su prolongada ausencia de la alta competición. Empezó con un soneto precioso e injustamente mal valorado para ir perdiéndose luego en intrincados versos que acababan en nada. Jugó su baza a un inicio fulgurante y no consiguió marcar, pero aun así no despachó un mal partido con Francisco A. Velázquez y su Ciudad en llamas. Por problemas técnicos con nuestro centro territorial no disponemos de imágenes o testimonio gráfico que den fe del buen toque y la buena disposición sobre el terreno de juego que desplegó Carlos, así que tendrán que creer en mi palabra, pudo haber marcado, pero tendrá que trabajar más duro para estar codeándose con la élite futboleropoetista.

De Nacho y Rafa voy a hablar en un mismo bloque, pues aunque sus estilos son diametralmente opuestos, ambos mantienen una filosofía común respecto al juego: no juegan para marcar, juegan para enseñar. Enseñar los poetas que les gustan y así son perfectamente reconocibles siempre por los libros que llevan, pueden verse reflejados claramente sus gustos y sus sensibilidades, que ya digo que poco tienen que ver, pero como se suele decir de los grandes equipos, si hay que morir será con su propio estilo. Jugaron los don un buen partido yendo, contrariamente al resto, de menos a más, y cuando los demás estaban pidiéndole la hora al colegiado, ellos sacaron de la mágica chistera de las hojas de sus libros, las mejores combinaciones. Nacho jugó con La comunión de los mortales, de Jorge Riechman, y su mejor jugada, alabada por parte del público y prensa fue:

Si la respuesta
de la mayoría ante la puesta de sol
es bajar la persiana
¿vamos a concederles la razón?

Rafa lo hizo con una joven promesa local, Sara Herrera Peralta y su intitulado libro, De ida y vuelta, de donde extraemos lo que sigue:

Me inventé todos los rostros y todos los caminos.
Las carreteras fueron tremendas vanidades
y afinidades con otros seres que se convirtieron
en estatuas de hielo.
Luego van a derretirse.
Luego van a decir que nunca fueron
Misivas.
Pero yo los inventé.
Amé sus esculturas.
Y después fui agua.

Como puede comprobar cualquiera que se fije con un pelín de atención, ambos autores escriben en vertical de la misma manera que podrían hacerlo en diagonal, innecesaria y artificialmente, pero en fin, lo que importa es el mensaje y el contenido y aunque ninguno logró marcar, fueron éstas jugadas que causaron cierta sensación. Lo que habrá que plantearse en un futuro no muy lejano será la denominación de este juego, si merece la pena llamarlo de poesía, de prosa o de cualquier cosa.

Juancho, el triunfador de los dos últimos partidos, no pudo casi ni moverse en esta ocasión fruto de un estrechísimo marcaje al que fue sometido y que le fue sacando poco a poco del partido hasta perderse en el cachondeo del rincón de la buena gente junto a Alba y Charly, lo que desataba el enojo del fondo contrario no se sabe bien si por envidiona o por falta de seriedad, que tampoco se conoce bien de quién. El jugador del colombiano exgoleador fue Augusto Monterroso y su libro La oveja negra y demás fábulas. No era mal jugador, pero no estaba el partido para florituras o mejor dicho, no estaban las defensas para dejarse engañar otra vez por lo bajini y así, cada balón que Juancho metía en el área contrario era expeditivamente despejado sin miramiento alguno. Tampoco el verso clásico es una característica de este autor y para tener que ser transcrito de forma manual un poco extenso, así que aprovecho para rogar que en próximas ocasiones, en lugar de fotos, los jugadores se molesten en mandar ya transcritas sus propias aportaciones si en algo aprecian la veracidad de lo que pueda luego ser escrito, que el rencor y la venganza son fieras complicadas de amarrar.

En un lejano país existió hace muchos años una Oveja Negra.
Fue fusilada.
Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque. Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura.

Con esto se terminó el partido con el cero a cero inicial. Como bien apuntó Pepe a la conclusión, por muy malo y poco que gustó mi libro, al final marcó tantos goles como los demás.

Y por cierto, la solución era la escoba.

martes, 10 de julio de 2012

CRÓNICA

Viernes, 6 de julio, 21:00 horas.
El Cantábrico, C/Muelle de Oriente 4, Gijón.


PARTIDO DE LA MÁXIMA; VICTORIA POR LA MÍNIMA

Partido de altos vuelos el disputado el pasado viernes en el bar Cantábrico, a la orilla del mar homónimo y en una tarde noche de agradable temperatura y con un terreno de juego en óptimas condiciones para la práctica de la poesía. La literatura hizo acto de presencia por fin, después de varios encuentros plagados de ocurrencias, de quiero y no puedo y de a ver qué hago que sea original aunque sea una porquería, y de esta manera pudimos asistir a buenas jugadas por parte de todos los participantes, sin excepción.

El partido comenzó con el retraso reglamentario mientras que público y jugadores departían amistosamente en las inmediaciones del estadio. Apenas se llegó a completar medio aforo pero fue por un público animoso y con ganas ver el espectáculo, aunque quizá un poco criticón y un tanto bullanguero, lo que llegó a sacar de quicio a algún participante que no dudó en recriminar esa actitud, más inocente y humorística que otra cosa, pero constante. Teniendo pues, todos los mimbres para el cesto: los libros, las mesa, las cervezas y los amigos, la contienda comenzó y enseguida pudieron verse las intenciones y el estilo de cada participante.

Alba García jugó con Alba González, Gonzáles Sanz, lo que ya se pudo interpretar como un claro gesto a las dobleces, los dobles sentidos y el redoble de suspense, pues suspendidos y asombrados nos quedamos todos cuando un helicóptero irrumpió de la nada en medio de unos versos sin que aún nadie acierte a adivinar su significado. Al margen del autogiro, cada vez que Alba, Alba G, Alba G S tocaba el balón, algo sucedía. Es un buen extremo corriendo la banda e incluso haciendo algún regate, pero tiene que levantar la cabeza a la hora de centrar porque los balones cruzaban el área sin rematador posible al alcance. Rescatamos al azar una de sus jugadas, apenas una instantánea, clara muestra de su juego:

"Falta una frase y eso importa
En ella puede estar un amor
declarado; la nota
de suicidio, la compra del mes
de un divorciado".

María Valvidares jugó con confianza. Quiero decir que llevó el libro de una amiga, Alicia Álvarez, la reina del regate. Alicia juega con las palabras como si fuera una malabarista del balón, ahora lo enseño, ahora lo escondo y ahora no se sabe si hay un balón o dos. Es espectáculo puro, pero le pasa un poco como a la selección española, que jugando a lo ancho del campo se entretiene tanto que a veces parece olvidarse de que las porterías están en los fondos. La dulzura innata de María no pudo evitar que se quedara sin marcar, aunque su jugadora dejó asombrado a buena parte del graderío. Una jugada clásica (si es que a algo de Alicia se puede llamar clásico) de este medio volante podría ser la siguiente:

"A ver, te lo vuelvo a explicar. Yo no quiero jugar al psicoanálisis, prefiero que nos toquemos, que juguemos a ¿qué te duele? Pero, por favor, que no sea en el fondo del alma, que eso queda muy lejos"

Martín Julio despachó uno de sus mejores partidos a pesar de figurar como espectador. Su visión del juego a los espacios, su gusto por las paredes cortas y su lengua afilada estuvieron presentes durante todo el encuentro. Incluso, y contra todo pronóstico, afloró la prudencia en su primer lance cuando refrenó sus instintos depredadores en un pequeño lío entre la propiedad y la autoría de uno de los jugadores alineados.

Nacho Rey sentó cátedra con su fútbol sencillo y efectivo. Lo suyo es la eterna búsqueda de la jugada perfecta, desenvolviéndose como pez en el agua en las mareas del contraataque, esencia pura de este juego; robar, correr, pasar y disparar. Es ya un clásico de este deporte, hasta el punto de que no es preciso preguntar de quién es este libro porque ya se adivina. Mereció más suerte su apuesta por J A Valente, jugador muy de su estilo y de su gusto que nos dejó detalles tan soberbios como este:

"Y todas las cosas para llegar a ser se miran
en el vacío espejo de su nada"

Rafa Cofiño es la irreverencia hecha futbolista. Contestatario, descarado y siempre impredecible. ¿Que el juego se llama Futbol de Poetas? pues él aparece con prosa. Y qué. Al menos era buena prosa, prosa lírica la llamaron. Un fútbol de toque, de combinaciones, pero teniendo siempre presente el objetivo del gol, algo que no llegó a pesar de la mucha voluntad y la presión psicológica que Rafa imprimió a cada una de sus jugadas. Le faltó quizá un poco más de precisión en el disparo y le pudo sobrar algún pase de más que despistó al respetable.

Por problemas técnicos, ajenos a la voluntad de esta redacción, no disponemos de testimonio gráfico para mostrarles un ejemplo del fútbol desplegado a través de Juan Carlos Mestre, así que tendrán que confiar en mi palabra: Era bueno.

El único gol del partido llegó en la segunda ronda y llegó de la mano, cómo no, del escurridizo Juan David Londoño, el Escapista Juancho. Tiene la rara habilidad este jugador de estar sin que parezca que está. Se acomoda siempre en un rincón del campo, apenas dice nada, no polemiza con los rivales y cuando te quieres dar cuenta ya marcó un gol y entonces ya sí que desaparece físicamente. Todo esto además jugando con jugadores fichados a última hora y sin apenas entrenamiento, casi descartes de otros equipos, pero que a él le rinden a un altísimo nivel, como en este caso Raúl Gómez Jattin. No sé si este fue el gol, pero es claro ejemplo de su fútbol, desconcertante:

¿De profesión?
Loco
¿De vocación?
Lerdo
¿De ambición?
Terco
¿De formación?
Ángel
Y ni aún así
pudo contrarrestar
el cabrilleo de los ojos de Jorge
¿De fornicación?
Lento

Con el partido ya avanzado surgió la aparición de un espontáneo de entre el público, un conocido alborotador llegado de Pucela junto con su hermano, mucho más prudente y colaborador hasta el punto de facilitarme el trabajo de campo desinteresadamente. Realizó una jugada meritoria, el espontáneo, más teniendo en cuenta lo precipitado de su aportación, pero a la hora de chutar a puerta se llenó de balón y acabó por sacarlo del estadio de un patadón. Les dejo con el remate, que es lo único que puedo descifrar de la foto que al documento le sacó Alba GT (Parece que hable de un coche y es curioso, porque estar, está como un tren):

En la virtud está la virtud
y el exceso es muchas veces
excesivo.

Alfredo Álvarez es perro viejo en esto del Fútbol de Poetas y busca tenazmente el máximo rendimiento con el menor esfuerzo. Su fútbol es práctico y directo, sin florituras ni adornos innecesarios. Un juego frontal, directo al área, sin intermediarios. No busca siquiera el rechace, no lo espera, no cuenta con él. Se lo jugó todo a un pase y remate con Lawrence Ferlinghetti, que didácticamente pretendió enseñar lo que es la poesía a base de ráfagas de palabras, de conceptos para ser visualizados en la mente del lector, casi de aforismos. No sabemos si lo conseguirá algún día pero es loable su intento. Veamos un par de sus jugadas:
La poesía: una mujer desnuda, un hombre desnudo, y la distancia entre ellos.

El poeta: un carterista de la realidad.

Y así concluyó este entretenido partido, no exento de cierta polémica por la prematura y ya repetitiva retirada del goleador justo después de marcar, y de cierto lance en el que Alfredo a punto estuvo de perder la compostura, llegando a increpar a Alba y a un propio de esta columna, por unos comentarios bufos sobre unos ciegos y unos bastones. Debió ver la tarjeta amarilla, pero como no tenemos se quedó en nada. Al final deportividad entre los participantes y ciertas miradas de envidia cochina hacia Elena, que se nos va de viaje a los United Estates. A trabajar, dice, pero nadie la cree.

Esperemos que durante lo que queda de verano aún podamos disfrutar de otros partidos semejantes aunque sea en torneos veraniegos tipo Costa Verde o un aún inédito “Memorial Nacho Nájera”.

viernes, 6 de julio de 2012