MELANCOLÍA
El fin del mundo alienta por la tarde.
Barracas en fuga por pardos jardines desastrados.
Acrobatizan motas luminosas
alrededor del estiércol quemado.
Dos dormilones tumbonean hacia casa
grises y vagas formas vacilantes.
Por el prado reseco corre un niño
jugando con los ojos negros, suaves.
Oro gotea de los matorrales
turbio y ajado. Un anciano gira
tristemente en el viento. Ya anochece
sobre mi cabeza; Saturno vuelve.
a conducir su carro en el silencio
—el curso de su mísero destino—.
Árbol, perro retroceden tras sí
vacila negro el cielo del buen Dios.
Un pececillo desciende veloz
arroyo abajo, silencioso roza
la mano del amigo muerto, alisa
amorosa los astros y las ropas.
La luz despierta en estancias las sombras.
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De
Poemas 1906-1914,
Barcelona, Icaria Poesía, 2003.
(Trad. José Miguel Mínguez)
(Trad. José Miguel Mínguez)
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