domingo, 23 de octubre de 2022

CRÓNICA

Sábado, 10 de septiembre, 20:00 horas.
El Cantábrico, C/Muelle de Oriente 4, Gijón.

Por catenaccio


JOSÉ HIERRO
TIERRA SIN NOSOTROS [1]

LUNA DE AGOSTO

Y cuando yo no esté, saldrá la luna
igual que ayer. Será un mensaje tierno
de agosto. No veré la mar que acuna
rítmicamente su paisaje eterno.

¡Qué tristeza, romántica bahía
de Santander! Ahogada en un encaje
de arenas. Sobre tu cristalería,
hermética desde hoy para mi viaje,

se mirarán volúmenes de montes,
verde frío y nocturno sus cortezas.
Montes como perfiles de bisontes
con las estrellas sobre sus cabezas.

Y cuando yo no esté, cuando no quede
ni un matiz de esta luz que sea mío,
cuando la luna se desangre y ruede
sobre la adversa noche de este estío,

noche de barcos, fría noche de olas,
ave de infancia muerta que desplumo,
sólo un recuerdo: trémolo de violas
gris y sereno como un ángel de humo

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RECUERDO DEL MAR

¡Cómo te agitas bajo nubes grises,
lámina fina de metal de infancia!
¡Cómo tu rabia, corazón de niebla,
rompe la brida!

¡Cómo te miro con mis pobres ojos!
¡Qué imagen tuya la que inventa el sueño!
¡Qué lentamente te deshace el aire,
roto en pedazos!

Tú que guardabas en cristal salado
vivos retratos que ondulaba el viento;
tú que arrancabas en el alba fina
sones al alma,

tú que nutrías con tu amarga leche
sombras de playas, olvidados pasos,
ansia de ser sobre tu vientre verde,
locos piratas,

has ido ahogando temblorosamente
sombras que hundieron en tu paz sus ojos.
Hoy tu recuerdo, como lluvia fresca,
moja mi frente.

Si ahora volviera a recorrer tu orilla,
si ahora en tu cuerpo me volcara todo,
si ahora tu cuerpo le prestara al mío
frescos harapos,

si yo desnudo, si cansado, ahora,
más hijo tuyo, ahora, si el otoño
vuelto a mi lado me trajera el tibio
pan en el pico

—lámina fina de metal de infancia—,
todo olvidado quedaría, todo:
látigos, cuerdas con que me azotabas,
vientos que mugen.

Todo sería nuevamente hermoso,
aunque tu garra me arañase el cuerpo,
aunque al tornar tuvieran tus mañanas
soles más negros.

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PREGUNTA

¿Pero los hijos de los dioses pueden
morir por otra causa
que no sea la pena o la alegría
—el peso de su gloria y de su gracia?
¿Beben así, la muerte, acurrucados,
lloran así, sin lágrimas?
¿Se llevan en los ojos su paisaje,
su primavera, su penumbra mágica?
¿Muere también su mundo al morir ellos?
¿Llevan la vida dentro de sus almas?
¿También ellos son hombres como todos,
que nacen y caminan y se apagan?

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MAÑANA PRIMERA

¡Qué sola, tierra, sin nosotros!
Es posible que sea el alma,
vagabunda por tu ladera,
la que se sienta solitaria.
Hoy es mi pie el que te recorre.
Paso a paso te desencanta.
Más de cien años de tu sueño
sobre los mares reclinada.
Más de cien años sin nosotros,
encadenados a otras albas.
Anduvimos por tu recuerdo
como en tu imagen reflejada.
Si quisimos asir tu piedra
en las manos se hacía agua.
Si quisimos oler tu hierba,
oír tu viento entre las cañas,
morder el pan de tus otoños,
beber el vino de tus parras,
si quisimos sentirnos, tierra,
niños llorosos en tu falda,
otros otoños, otros vientos,
otras olas nos despertaban
de nuestro sordo atardecer
y nuestra trágica mañana.

Miro. Te veo como siempre:
nuevamente desencantada.
Hoy es mi pie el que te recorre,
mi propia voz la que te llama
entre juncos, entre manzanos,
entre las ruinas de las barcas
como esqueletos de ballenas
que se murieron en tus playas.

¡Qué triste, tierra, sin nosotros!
Es posible que sea el alma,
vagabunda por tu ladera,
la que se siente solitaria.

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CANCIÓN

Estos troncos plateados,
estas lejanías trémulas
de campanas, alma mía,
te quieren vestir de fiesta.

Vengan las galas azules,
yo visto las ropas negras.
No están ya los mismos dedos
pulsando las mismas cuerdas.

Ando solo y hablo solo
y el viento me escucha y suena.
Yo me libro de mi peso,
aunque el viento no me entienda.

Llegan a mí los mugidos
de vacas entre la niebla.
Se escucha el repiqueteo
del agua contra la piedra.

Todo el mundo vive en paz
y yo sólo vivo en guerra.
Alrededor siento al viento
cantar, para que me duerma.

Que duerma el que tenga miedo.
Yo quiero vivir en vela.
Alma, ¡cuántos sinsabores
para ver que no estás muerta!

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LLEGADA AL MAR

Cuando salí de ti, a mí mismo
me prometí que volvería.
Y he vuelto. Quiebro con mis piernas
tu serena cristalería.
Es como ahondar en los principios,
como embriagarse con la vida,
como sentir crecer muy hondo
un árbol de hojas amarillas
y enloquecer con el sabor
de sus frutas más encendidas.
Como sentirse con las manos
en flor, palpando la alegría.
Como escuchar el grave acorde
de la resaca y de la brisa.

Cuando salí de ti, a mí mismo
me prometí que volvería.
Era en otoño, y en otoño
llego, otra vez, a tus orillas.
(De entre tus ondas el otoño
nace más bello cada día.)

Y ahora que yo pensaba en ti
constantemente, que creía…

(Las montañas que te rodean
tienen hogueras encendidas.)

Y ahora que yo quería hablarte,
saturarme de tu alegría…

(Eres un pájaro de niebla
que picotea mis mejillas.)

Y ahora que yo quería darte
toda mi sangre, que quería…

(¡Qué bello, mar, morir en ti
cuando no pueda con mi vida!)

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MILI DE CASTRO

Mili de Castro. Alza la frente,
que quiero verte en mi recuerdo
sin tener que compadecerte.
Están las puertas de mi alma
de par en par, para que entres.

Aunque seas raíz de vida,
aunque las hojas centelleen
y yo pise la hierba fina,
mientras pisas tu sola muerte;
aunque me abrace el sol y, en cambio,
tú te pudras entre laureles;
aunque tu propia desventura
a la garganta se me aferre,
quiero verte venir ahora
sin tener que compadecerte.

Agua de vida por sus cauces
derribando diques y puentes.
Agua estancada y subterránea
debajo de flores silvestres.
Tú tienes sabanas de tierra,
yo tapices de hierba verde.
Y mis ojos roban las palmas,
y tus pobres ojos no pueden
bajo su carga ver los cielos
anaranjados del poniente.

Mili de Castro. Alza la frente.
Das tu cuerpo a la muerte. ¡Cómo
te hace sufrir quien bien te quiere!
Yo quiero verte en mi recuerdo
sin tener que compadecerte.
Están las puertas de mi alma
de par en par, para que entres.
——————————
[1] De Tierra sin nosotros, 1947.
En Poesías completas (1947-2002), Madrid, Visor, 2017.

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