domingo, 26 de abril de 2015

CRÓNICA

Sábado, 18 de abril, 20:00 horas.
El Cantábrico, C/Muelle de Oriente 4, Gijón.


JUGADORES

Galeano, Eduardo. Las palabras andantes, Madrid, Siglo XXI, 1993.
Marcial. Epigramas, Barcelona, Plaza & Janés, 2001.
Marinas, Julio. Poesía incompleta, Palma, Los Papeles de Brighton, 2013.
Valente, José Ángel. Fragmentos de un libro futuro, Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2000.
VV. AA. (Fabián Casas). Pulir huesos. Veintitrés poetas latinoamericanos (1950-1965), Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2007.

CRÓNICA

Partido de guante blanco que se disputó en medio de un ambiente festivo. Nuestro querido PAPERMAN cumplía cincuenta primaveras, y qué mejor manera de celebrarlo que aparcando, aunque fuera sólo por un día, el dicterio fácil, el venablo pronto. A ello también contribuyó de manera eficaz el desarrollo de propuestas poéticas que en general fueron más respetuosas con la palabra y comprometidas con la elaboración metafórica, y que son, en mi modesta opinión, un acuerdo mínimo sobre las líneas de demarcación del campo y ubicación de las porterías, sin las que resulta imposible todo intento de juego, y por la que clamábamos en la anterior entrega.

En esa línea de compromiso conceptual, quien siempre plantea sus partidos es IGNATIUM, y es obligado reconocérselo. Su problema no es estratégico, porque busca el balón; sino táctico, qué hacer con él. Sus jugadores, en esta ocasión VALENTE, toman una idea, la destilan, la destilan, la destilan, la destilan y la vuelven a destilar, dejando tras de sí una sopa de quarks que se pega a las meninges sin más lenitivo que el ibuprofeno o los gintónics. Recalco. Poemas LOS: «FLOTAR en la incierta realidad del ser, tentar a ciegas lo improbable, no tener asidero en tanta sombra. Los cuerpos de los ahogados en la mar meditan boca abajo, pero no ven el fondo con los ojos vacíos… y luego te fuiste diluyendo, despacio, muy despacio, en lo no descifrable». Esa sensación de inanidad bien envuelta, pero inanidad al fin y al cabo, no termina de disiparse del todo por la naturaleza dubitativa de las circulaciones en defensa: «LA puerta abre la casa hacia su adentro / donde no estás. / Vacío. / Late / el corazón muy tenue, solo. / Todavía». Y todo con la agravante de la insoportable grandilocuencia tipográfica, porque ¡qué tiene de particular el puto artículo “LA” para merecer mayúsculas! ¡Desde cuándo una jugada de veinte pases que termina en gol se festeja abrazando al jugador que sacó de banda y se la entregó a su portero! Sólo cuando dio algún cambio de juego hacia el terreno más convencional del tiempo en fuga, logró acercamientos al área con cierta intención: «TAL vez en el sediento, oscuro, rápido / deshacerse del día / te has ido transformando en otra cosa / limítrofe de ti, / no tú… y pasa lentamente, / desmemoriado y ciego, / bajo el arco dorado / que arriba tiende el anchuroso otoño / como homenaje póstumo a las sombras»; pero dejando tras de sí la sensación agria de oportunidad perdida.

La sorpresa del partido la protagonizó CHESIRE. Siempre esperamos de él alineaciones en la línea del malditismo beatnik; con su verbo rudo, sus exfoliaciones de piel de escroto, sus hígados supurantes, sus años de joda de Aníbal… y ¡toda la bola! Y no; para esta ocasión buscó inspiración en los clásicos grecolatinos, presentándonos una versión bipolar de un MARCIAL, que oscilaba aspaventosamente entre los patadones obscenos y las sutilezas moralizadoras. Arrancó el partido en estampa de rentista llorón, lo que a día de hoy resulta cuando menos provocador: «Cien mil Corano y doscientos mil Mancino, trescientos mil me debe Titio, el doble Albino… del rebaño de Parma recibo seiscientos mil… Compénsame con monedas en empacho diario: no puedo, Afro, oír gratis estas cosas»; pero perdiendo rápidamente la pelota sin lograr dar dos pases seguidos: «No había en toda la ciudad, Ceciliano, nadie que quisiera / tocar gratis a tu mujer… pero ahora, que has puesto guardianes, es enorme / el tropel de folladores: eres un hombre ingenioso». Sin embargo, en una salida rápida a la contra, acertó con una buena asistencia final de consejo certero, verdad honda y gol: «Las cosas que hacen la vida más feliz… son éstas: una fortuna no producida por el trabajo, sino heredada… nunca un pleito, rara vez la toga… fuerzas de hombre libre… amigos de la misma condición; convites fáciles, una mesa sin artificio… querer ser lo que eres y no preferir nada más, no temer el último día ni desearlo». A partir de ese momento, a jugar lo menos posible nadando y guardando la ropa con odas a las peligrosas rubias de bote que diría SABINA: «Te envié, Lesbia, cabellos de pueblos del Norte, / para que sepas cuánto más rubios son los tuyos», dando ese punto de fetichista que colecciona tarros con vello púbico. Ya se sabe: ¡solo la vittoria è bella!

Juego denso el que propuso en este partido CLAMAVI con la alineación de MARINAS; de sus botas salieron las mejores combinaciones. En unas ocasiones con un manejo centrocampista de regusto épico que hogaño resulta tan infrecuente, como con EL CABALLERO VUELVE DE SU DERROTA EN BUSCA DEL OLVIDO: «Regreso al frío blanco de mi aldea…Aquel sol derrotado abandonó / mis campos, la bondad de sus cosechas… Nada vi / ya más que los lamentos de la luz / vagando en los insomnios de mi búsqueda… solo asedio / y dudas encontré… solo una tierra / de tumba cabalgada por ventiscas». En otras ocasiones, derivando el torneo caballeresco hacia la tensión existencial, como con LA CALMA: «Los músculos ausentes / poseen la tranquilidad pura, / ajenos a tensiones pasadas / donde fueron cuerpos rivales. / No se piensa que todo transcurre, / que… el reposo muere en el reposo / y se reaviva ese encuentro voraz / con las armas». A la vista de que no se lograba marcar, cambió de registro con pases largos hacia terreno encanallado, como fue DESCONOCIDO O DESCONOCIDA: «Y si al llegar a casa / detienes la mirada / delante de ese espejo confesor, / que eres tú y es el otro… Debes mirar firme a los ojos… Derrama, / como mucho, una lágrima… y acompaña su descenso / al infierno del gres… Luego, encoge los hombros… ¿qué te descubre / la melancolía? / Ahí fuera todo es / siempre desconocido. / Quién sabe si esta noche… no se presenta un polvo / de los que hacen historia. / Aunque sea pagando». Pero guardando para el final, en tres pases, el último a la red, una impagable glosa de las contradicciones del desamor con ARDO POR TI: «Tantas veces te he dicho adiós; pero animales / me invaden si nos vemos… Y aunque conozco el riesgo / de tu llamada, acudo, y vuelves a matarlos… Camino entre animales / muertos durante días; reúno las cenizas… y me salva / la deseada huida que… descubre un ave fénix cada vez que te intenta», que fue lo mejor de la noche y terminó anulado por un fuera de juego sólo visto por un linier de brazo más tonto que un maneki neko.

Con ARTEMIO llegó el tan inevitable como indeseado homenaje póstumo a GALEANO. Y con él, los consejos de decoración e interiorismo, volumen especial dedicado a las ventanas; en ocasiones con pinturas indigenistas, como VENTANA SOBRE LA LLEGADA: «Y en el bautismo le enseñaron lo sagrado… Recibió una caracola: / Para que aprendas a amar el agua. / Abrieron la jaula de un pájaro preso: / Para que aprendas a amar el aire… Y también le dieron una botellita cerrada: / No la abras nunca, nunca. Para que aprendas a amar el misterio»; en otras ocasiones explorando las posibilidades del juego antipoético, como con VENTANA SOBRE EL ADIÓS: «Él había guardado todos los sueños juntos, en una bolsa de supermercado, y la bolsa se había abierto y los sueños se habían escapado… no tenía ningún sueño que soñar… Y se murió, sin encontrar los sueños ni los días que había tenido y se le habían ido… Fue dueño de nada, hombre desnudo; y anduvo desnudo». Pases previsibles que no lograban superar la línea de defensa propia, demorando la posesión de la pelota en terreno comprometido y que forzaban el despeje sensiblero, como VENTANA SOBRE EL ERROR: «una mañana floreció el jazmín… y el aire frío se impregnó de su aroma, y ese día también floreció el ciruelo y despertaron las tortugas. Fue un error y duró poco. Pero gracias al error, el jazmín, el ciruelo y las tortugas pudieron creer que alguna vez se acabará el invierno. Y yo también». Por no tener, en esta ocasión, ni siquiera le quedó ARTEMIO una bala que gastar con un poema corto sobre el vino. Deberá replantearse seriamente la idea en torno a la que plantear los partidos.

Nueva pifia de CATENACCIO. No estaba en CASAS la solución a la falta de contundencia defensiva de que adolece desde hace muchos partidos. Si a ello se suma la desorientación ofensiva, el resultado es inapelable. Arrancó el partido con una reformulación de poesía sacra con EL MALOGRADO: «Algunos pasos nos sirven / para salir de nuestra pieza; / otros pocos para salir de nuestra vida. / Y mientras me regodeo / en la costumbre pagana del vermut, / espero tu llamada, tu advocación. / Hazlo, Señor, / y da origen a un nuevo animal». Pero a la vista del fracaso, optó por espigar varios terrenos, aunque sin elaborar la jugada y confiando el éxito al donaire de una metáfora bien metida; así en estilo neopastoril, con MINERAL WATER: «El bosque es frondoso aunque está domesticado… Ráfagas de pavimento suben hacia las colinas / donde los ciervos se pasean indiferentes. / Con movimientos de taichí / una ardilla nos sale al cruce… Y el parque suena como una casa de videojuegos… Ahora hay música en las radios / y el acontecimiento de las generaciones pasa con indiferencia sobre nuestros cuerpos»; en trance escatológico, con LA MIGRACIÓN: «Los esquimales, explicó, cuando llegan a viejos / se pierden por los caminos / para que los coma el oso. / Otros prefieren terapia intensiva, / médicos corriendo alrededor, caños, oxígeno / e incluso un cura a los pies de la cama / haciendo señas como una azafata»; o plegando el poema sobre sí mismo, como con TRATANDO DE VER CÓMO SERÁ: «la tensión del poema / corre hacia su fin / sin esperanza de resurrección… No hay vuelta que darle, / motorizado por la culpa / alguien instaló / este campo de refugiados en el sol: / la vejez es el último verso del poema, / después del empieza la crítica»; aunque sin lograr el efecto deseado en ningún caso.

El juego se apagaba. Pululando entre las mesas, PAPERMAN repasaba los momentos estelares de cuando estos partidos arrancaban; momentos engrandecidos por la tradición oral y la ausencia de todo registro. En la mesa trasera, LUCÍA dejaba que VERMEER guiase su lápiz en pos de una chica de la perla que no se adivinaba aún, pero que preñaba de genialidad la celulosa ignorante. En la contigua, MARTÍN y MARVIZÁN cruzaban lanzas sobre el lomo de un borrico de madera: «quien las tire, pierde». Y los bastoncillos de madera, leves sarcófagos de carbono apresado, cobran vida en los dedos del crío que gana confianza, que arriesga con una disposición maliciosa que excite el fallo rival, que silencia el graznido con que el whatsapp anuncia su penúltima memez. Y es entonces cuando la mirada se eleva aupada por el oleaje de las generaciones, por el hambre implacable de la materia contra los reparos del tiempo: ¿En qué momento todo se torció? ¿En qué momento se nos deshilacharon las meninges? ¿Qué mariposa cósmica batió sus alas para arrastrarnos a este huracán de miseria bien empaquetada? ¿En qué concreto momento dimos el salto cuántico para convertirnos, en tracto único y para toda la eternidad, en unos gilipollas integrales? Pero eso ya es otra historia.

jueves, 9 de abril de 2015

FABIÁN CASAS. MINERAL WATER


MINERAL WATER

No es la curiosidad metafísica
la que organizó esta excursión
pero igual podemos darnos una vuelta
por la etiqueta de agua mineral.
El bosque es frondoso aunque está domesticado,
cada veinte metros tachos de basura,
quinchos con parrilla y luz artificial, cada diez.
Ráfagas de pavimento suben hacia las colinas
donde los ciervos se pasean indiferentes.

Con movimientos de taichi
una ardilla nos sale al cruce,
otra prefiere aferrarse a la convicción
de que está mimetizada con el árbol.
¿A quién te hace acordar?

Bajo un sol al dente, cerca del río,
las familias preparan sus almuerzos domingueros
según las coordenadas hegelianas…
Cuando se vayan
cuando las puertas del último auto
se cierren de un golpe,
las aves empezarán a graznar
y a acicalarse mutuamente en los árboles.

A más oscuridad más ruido.
Y el parque suena como una casa de videojuegos
al aire libre.

Espinoza: «Si una piedra arrojada al aire
tuviera conciencia de sí misma,
seguramente pensaría
que se mueve por su propia voluntad».

Ahí va la piedra de Spinoza.
Donde cae, los patos corren desesperados.
El nenito negro se prueba su equipo de fútbol americano,
el chico le dice a la chica: «Si no pensás en nada,
si no pensás, vas a oír al lápiz de Salinger
girando en el sacapuntas».

Después de la comida viene el postre,
después del postre la siesta.
Ahora hay música en las radios
y el acontecimiento de las generaciones
pasa con indiferencia sobre nuestros cuerpos.

Con pecheras rojas y naranjas
equipos de remeros surcan el río.
Cantan una canción que habla
sobre la sombra que le imprimimos
a lo que intentamos conocer.
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De Pulir huesos. Veintitrés poetas latinoamericanos (1950-1965), Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2007.