viernes, 27 de abril de 2007

MIGUEL FLORIÁN. LOS DÍAS Y LOS PÁJAROS


LOS DÍAS Y LOS PÁJAROS

A Diego Granados

Los días se parecen a los pájaros
—vienen y luego van— y siempre dejan
una herida de luz. Huele a musgo
su vuelo, a países de escarcha,
a savia de madroños escondidos...

(Hay una fuente oculta que derrama
blancos ríos de sed, y un campanario
azul, mecido por el viento).

De qué cielo, de qué elevada dicha,
los pájaros descienden. De qué amor.
Los días se parecen a los pájaros,
igual tristeza dejan cuando pasan,
la misma oscuridad, igual silencio.
——————————
De Anteo, 1994.

sábado, 21 de abril de 2007

jueves, 19 de abril de 2007

JOSÉ ANTONIO MESA TORÉ. TI VOGLIO BENE


TI VOGLIO BENE

Me envías una escueta postal de tu viaje
con unas cuantas faltas leves de ortografía
—aunque eso no importa, ya sabes mi manía
de perseguir tus líricas traiciones al lenguaje.
Hablas de la ciudad, del mediocre hospedaje
en pleno centro de Florencia y todavía
hacia el final te tiembla la azul caligrafía
cuando dices que sientes mi sombra en el paisaje.
¿Quién puede comprenderte, mi lejana turista?
Hoy me mandas suspiros, promesas, algún beso,
y ayer mismo huías con un hasta la vista.
No temas: estaré aguardando el regreso
en el sitio fijado y a la hora prevista,
para ver como un tonto las fotos del suceso.
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De El Amigo Imaginario, 1991.

viernes, 6 de abril de 2007

NACHO NÁJERA

IN MEMORIAM


Nacho, desde ayer estamos más solos. Aquí no tenemos banderas para que ondeen a media asta, ni habrá túmulos, ni grandes homenajes; pero, eso sí, los próximos mil tragos son en tu honor. Hasta la vista, hermano.

lunes, 2 de abril de 2007

JAVIER KRAHE. PARÉNTESIS


PARÉNTESIS

Más bien perplejo recorría las aceras,
"¡Oh! cuán curiosa —me decía— es la mujer",
cuando el paréntesis cordial de unas caderas
interrumpió mi melopea y el anochecer.

Sus ojos negros bajo el ala de un sombrero
me sorprendieron, yo sentí su bisturí.
"¿Puedo besarte —dije—, bella mosquetero?"
y ella no quiso decir no, pero tampoco sí.

¿Cómo saber si su silencio era sincero?
Mi mano diestra hasta su cara se acercó.
¿Puedo quitarte por lo menos el sombrero?,
y ella no quiso decir sí, pero tampoco no.

Se lo quité, naturalmente, y suavemente
y con su pelo su sonrisa vio la luz.
Una farola iluminó lo suficiente
y acarició mi corazón la pluma de avestruz.

Y nos besamos, vive dios que nos besamos,
que conocí antes su lengua que su voz.
"Si quieres —dije— aquí mismo nos casamos."
"Los barrenderos —respondió— nos echarán arroz."

"Llevo las llaves, casualmente, de El Retiro
que es un jardín con un palacio de cristal..."
"Soy friolera y, retiro por retiro,
en mi buhardilla hay plantas y no se está nada mal."

Y era verdad que era un bonito invernadero,
entre sus plantas unas cuantas de fumar
y en la pared un gran retrato de Durero
que me miró un tanto celoso. Y la volví a besar.

Hacia las seis de la mañana me lo dijo:
"aún no lo sabes pero soy una canción".
Sí lo sabía pero yo nunca corrijo
a una canción que está conmigo bajo un edredón.

"Ahora te vas y por la calle me recuerdas,
deja la llave del portal en el buzón
o si prefieres te la quedas, no la pierdas
pero no vuelvas por aquí si no es con mi canción."

Y regresé más bien perplejo a las aceras,
"¡Oh!, cuán curiosa —me decía— es la mujer",
tras el paréntesis fugaz de sus caderas,
yo me abracé a mi melopea y al amanecer.
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De Haz lo que Quieras, 1987.