viernes, 9 de junio de 2006

VICENTE GALLEGO. SEPTIEMBRE, 24


SEPTIEMBRE, 24

Tomo a veces un tren tras la comida,
ya conoces mi amor por estas horas,
e imaginas también
el ciego traqueteo del vagón,
la fatiga en los párpados,
la irrealidad de un mundo que crepita sonámbulo
por la hipnosis del sol,
y un silencio que vibra, ese rumor
que crece desde el fondo y que es la vida
latiendo ensimismada cual si fuera
el corazón cansado de una res.
Acostumbro a volver a media tarde,
contemplo la escollera, el arrecife
donde ejercita el mar su violencia;
me detengo ante el viejo balneario
y descubro de nuevo a una pareja
que se interna en la sombra
del ruinoso edificio.
Llegó después al caserón, me asalta
una desidia pegajosa y triste,
y un deseo infinito y absoluto
de todo y de la nada, un deseo
que es un hambre en el alma hasta que al fin
consigo relajarme y convocar el sueño
mientras hojeo un libro y me masturbo
sin demasiada convicción.
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De El sueño verdadero, 2003.

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