lunes, 4 de diciembre de 2006

ANTONIO GAMONEDA. PREMIO CERVANTES 2006


Eres como la flor de los agonizantes
que es invisible mas su aroma entra
en la sombra nasal y es la delicia,
todo en la vida, durante algún tiempo.

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Mi rostro hierve en las manos del escultor ciego.
En la pureza de los patios inmóviles él piensa dulcemente en los suicidas; está creando la vejez:
ayer y hoy son ya el mismo día en mi corazón.

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Estoy desnudo ante el agua inmóvil. He dejado mi ropa en el silencio de las últimas ramas.
Esto era el destino:
llegar al borde y tener miedo de la quietud del agua.

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Amé las desapariciones y ahora el último rostro ha salido de mí.
He atravesado las cortinas blancas:
ya sólo hay luz dentro de mis ojos.
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De El libro del frío, 1992.

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